Orar por tu esposo no es igual que orar por tus hijos (aunque parezca similar), porque tú no
eres la mamá de tu esposo. Nosotros tenemos autoridad sobre nuestros hijos que nos son
dados por el señor pero no tenemos autoridad sobre nuestros esposos. Sin embargo, se nos
ha dado autoridad “sobre todos los poderes del enemigo” (Luchas 10:19), y se puede hacer
mucho daño a los planes del enemigo cuando oramos. Muchas cosas difíciles que suceden en
una relación matrimonial son en realidad parte del plan del enemigo, preparado para minar la
relación. Pero nosotras podemos decir: “No voy a permitir que nada destruya mi matrimonio”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario