Abre tu corazón en este momento, invoca al Señor tu Dios y haz tuyas las palabras del salmista: "Yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja". (Salmo 69,30) No te desanimes ante nada, no permitas que los miedos se apoderen de ti. Deja que Dios derrame su amor sobre tu corazón. Con su asistencia paternal todo lo podrás ¡Ánimo! Amén
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