Debes convencerte de que los creyentes no pueden ser cobardes ni miedosos. Tienes que ser un guerrero, un batallador; capaz de enfrentar la prueba y de superarla. En ti está la fuerza y el poder, dado por Dios, para vencer todas las dificultades. Pon de tu parte y esfuérzate por vencer esa circunstancia que ha desafiado tu vida. Piensa en esto: si muchos han logrado salir adelante, tú también lo puedes lograr, solo basta creer en las fuerzas que Dios ha puesto en tu corazón y los talentos que ha sembrado en ti.
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